Para empezar me gustaría hablar de su coste de adquisición, que es relativamente alto si lo comparamos con otro tipo de juguetes típicos de estas fiestas (bicicletas, balones y equipamiento deportivo, muñecas, juegos de mesa, etc) A esto, además hay que añadir el nada desdeñable coste de adquisición de cada uno de los videojuegos que se venden aparte. Esto de por sí ya supone para las familias un cierto gasto que unido al de los costes de las celebraciones familiares va a dejar más de una tarjeta de crédito tiritando.
Si además le unimos el hecho de que el uso de estas videoconsolas está demostrado que llega a causar en muchos jóvenes una cierta dependencia del niño con la máquina, la cosa ya empieza a ser más preocupante, sobre todo si además por descuido o falta de información de los padres se inician con juegos violentos de guerra, robos de coches o bien bandas callejeras… Juegos que no son aptos para menores de 18 años, donde apalear y maltratar a una prostituta es recompensado con mayor puntuación (como ocurre en la saga de uno de los juegos bestseller de estas videoconsolas).
Pero lo que más me ha llamado la atención es que cierta videoconsola cuyo nombre no citaré pero que fue de las más vendidas el año pasado, reivindica la práctica de deportes como el tenis, el futbol, el baloncesto e incluso jugar a los bolos como lo más parecido a la realidad (el famoso “Sports Resorts” de cierta marca). Sinceramente creo que esto ya empieza a ser un poco excesivo…Y claro es ahora cuando empiezan a levantarse las alarmas sobre la obesidad infantil actual y el fracaso escolar, no me extraña nada si unimos los factores de pérdida de los hábitos de la dieta mediterránea y muchas más horas delante de una consola. Por supuesto, en esto muchísimo tienen que ver los padres y la falta de asunción de responsabilidades en la supervisión de las actividades de sus hijos.
Llamarme nostálgico pero la verdad es que se echa de menos aquellos tiempos en los que se quedaba con los amigos en la sala de recreativos para echar una partida a la maquinita de futbol o bien al futbolín. Todo esto en el fondo servía para reunirte con los amigos, hacer nuevos amigos e incluso tontear con el sexo opuesto en el inicio de la “edad del pavo”.
¿Entonces ahora qué pasa? Que nos proponen que los niños en vez de bajar a jugar al futbol o al baloncesto en su barrio, urbanización, club deportivo o parque cercano, empiecen a jugar dando brincos en su cuarto, ¡pobre del vecino de abajo en el caso de que sea un piso! No pretendo hacer una apología en contra de de los videojuegos, ya que siendo sinceros quien no ha jugado nunca o sigue jugando en la actualidad a un simulador de vuelo, de conducción y otros… pero hay que darse cuenta que estas son actividades que no están al alcance de nuestra mano. Un niño debe salir a jugar al baloncesto, futbol o montar en bicicleta con sus amigos y relacionarse con otros niños, es un proceso natural de la infancia y de aprendizaje necesario para la convivencia y la consola puede generar problemas en el proceso relacional de los niños.
Supongo que todo al final será cuestión de ver en unos años el verdadero impacto de las videoconsolas en la sociedad y en la conducta de la juventud que ya de por si empieza a ser más violenta e incívica…quizá actuar ahora nos ahorre muchos problemas en el futuro.